«Discurso costoso», por TED HUGHES

Ted Hughes y Sylvia Plath.

La luna llena de Manhattan entre los rascacielos

lo prohibió.

La luna nueva, su famila completa de fases,

Fluyendo por el brillo de los rieles

De naciente a menguante lo prohibió.

Hasta el castor, allá en Alaska,

Andando las aguas para ver a tu hijo

Haciendo algo extraño en un desliz del Deshka

Lo prohibió.

La más vieja raíz de Yosemite en la tierra

Fue puntada a puntada, intransigente,

En la hoja de tu hoja con sus marcas.

Cada perro de pradera en Wyoming

Comiera o no las uvas que escupiste

Lo prohibió.

Burbujas de los géiseres de Yellowstone

Lo prohibieron. Y doblaron la banda sonora

De su prohibición en tus fijezas de instantánea.

Incluso los peces perezosos de Pontchartrain

Saltaron a tu lado, allí donde nadabas,

Para prohibirlo. Noche a noche.

Nauset gemía en su sueño

Y mascullaba y profería, para prohibirlo-

Millas de estremecimientos se elevaron y cayeron

Una veda de tronido.

Y desde una tierra distante la foto de las bodas

De tu abuela se apresuró a prohibirlo.

Tal como tus propias palabras

Irrevocablemente dadas a tu hermano,

Garantes de rehenes,

Y mis propias palabras ligerísimas, reclutadas, relatando por deber,

Lo prohibieron y prohibieron.

Eran simples guardianes y todos bostezaban,

Ignorantes de cómo tu mano zurda escribía en un espejo

Opuesto a tu derecha,

Una mitad de ti mortificada, otra de ti feliz.

E ignorantes de la química espectral

De la oportunidad, de la explosión y caída

En el nervio óptico de los editores.

Ignorantes de los fiadores que completan

La ley americana de derechos de autor

Que tus dedos muertos tan ligeramente descosieron.

(De Birthday letters, versión: León Félix Batista)

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