«Bibliotecas», por ERNST JÜNGER

Bibliotecas. A las públicas hay que preferir la propia. No sólo ahorra viajes y correspondencia, sino que da también un sentimiento de seguridad. Uno se familiariza más, es como si uno mismo alojara animales y los cuidara, en vez de ir al Jardín Zoológico. Por otra parte, hay también animales de presa; hay que amansarlos, si uno no quiere perecer por obra de ellos.

No se debe menospreciar la irradiación: los libros cargan la casa. El empapelado es una pared de libros. Junto al techo los pergaminos amarronados; después los tomos en cuero del siglo XVIII con el oro empalidecido de títulos que hace mucho tiempo fueron olvidados.

Sustancia masiva en letras impresas fenecidas: un arrecife de coral, al que autores, tipógrafos e impresores contribuyeron. Recuerda los albores, cuando escribir era todavía un arte de solitarios y elegidos. Se ventea la osadía, que consiste en escribir un libro, no importa cómo salga.

Fragmento de El autor y la escritura.

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